La sensibilidad cutánea es una de las principales preocupaciones en materia del cuidado de la piel. Entre un 60-70% de las mujeres y un 50-60% de los hombres de la población mundial identifican tener la piel sensible(1). Pero ¿cómo les afecta?Hormigueo, picor, escozor, sensación de quemazón, enrojecimiento temporal o permanente, son algunos de los signos y síntomas que manifiestan las pieles sensibles en respuesta a la exposición a estímulos externos e internos (radiación solar, contaminación, cambios de temperatura, cambios hormonales…). 

¿Piel sensible o piel sensibilizada?

Podemos diferenciar entre piel sensible o sensibilizada en función del origen de la sensibilidad:

Piel sensible. Son pieles que sufren una alteración en la función barrera y que, además, presentan un aumento de reactividad de las terminaciones nerviosas. Todo ello, provoca que este tipo de pieles experimenten una respuesta exagerada frente a estímulos internos y externos que no deberían de provocar tales sensaciones.

Piel sensibilizada. Una piel sana puede sufrir de forma puntual o permanente signos de sensibilidad adquiridos.El entorno urbano, la contaminación ambiental, la radiación UV, cambios hormonales, el estrés, el uso de cosméticos inadecuados, o someterse a tratamientos médico-estéticos, pueden estar detrás de estas de estas manifestaciones reactivas.

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_{(1) Farage MA. The Prevalence of Sensitive Skin. Front Med (Lausanne). 2019;6:98.}